Dice un viejo refrán:
"burro grande, ande o no ande" y en nuestra amada España es cierto
más que en ningún otro sitio. En este país tenemos un problema y no es un
problema trivial: todo el mundo quiere lo mejor y más caro, independientemente
del uso que le vaya a dar.
Iphone 6 valorado en 3,5 millones de dólares |
Ahora, si no eres tan
descerebrado como para haber parado de leer, voy a poner uno de esos ejemplos
exagerados que me gustan tanto y que explican mi punto de vista: Esta noche
estás solo en casa y quieres cenar filete, así que vas a la carnicería. Te
atiende un simpático mozo y te ofrece una selecta variedad de carne entre la que
escoges gustoso y relamiéndote tu pieza favorita. “¿Cuánto le pongo?” te
pregunta el carnicero, a lo que respondes “7 kilos y medio, que no quiero pasar
hambre”. Quizá esa cantidad de carne sea adecuada para una barbacoa en familia,
pero no para la cena de una persona normal. Esto mismo pasa con los ordenadores,
tablets o, en especial, con los smartphones. En España, Pepe el callista, (sí,
callista es una profesión) tiene un teléfono móvil que cuesta 700€ y que usa
fundamentalmente para Whatsapp y Eufrasio (le pongo nombre rústico para que os
lo imaginéis mayor) el fontanero tiene un ordenador de 1199,95€ (comprado en
rebajas) que utiliza, a grandes rasgos, para navegar por internet y buscar
fotos de mozas ligeras de ropa que estén de buen ver.
Todo este despilfarro salvaje habitualmente
viene de la mano y dando palmas con la afirmación: “es mejor comprarse un
ordenador bueno a que se te quede anticuado en 2 años”, y esto es FALSO (al
menos parcialmente falso). Sí, la informática avanza muy rápido y la ya comentada ley de Moore (¡primera autorreferencia!) hasta ahora ha sido
impepinable, pero nuestras necesidades se han mantenido bastante estables.
Desde finales de 2003, cuando la gente utilizaba Windows XP, salvando unas
pocas excepciones (y muchos videojuegos en mi caso) tenemos esencialmente los mismos
programas en el ordenador, a saber: un navegador web, un programa de ofimática
y un reproductor de vídeo/audio (y quiero que conste que Spotify funciona en Windows
XP). Por poner un ejemplo, tengo en casa aún un portátil con más de 10 años que todavía
da la talla como un campeón invencible, reproduce vídeo, navega y hace todas
esas cosas para las que os venden equipos de 700€, no os preocupéis, a mí
también me engañan y yo me dejo, aunque no sin quejarme.
Para escapar de la espiral de
escritura de hoy me marcharé dando un consejo: la próxima vez que tengáis que
comprar un aparato no os dejéis llevar por la evolución de la tecnología (nunca
vais a saber lo que va a salir al mercado) o por el vendedor de media markt que
te ofrece “el mejor equipo del mercado”. Pensad en vuestras necesidades,
comparad precios, preguntad a alguien que sepa del tema y que tenga dos dedos
de frente (que cuando le digáis que os ayude a buscar un equipo os pregunte: “¿Para
qué lo vas a utilizar?”) y, en resumen, usad el sentido común.
Por último, acabaré como
siempre con una pregunta:
¿Por qué cambiamos más de
ordenador que de necesidades?